Se
va julio con sus manos cálidas
con
la espalda que arrostra las cargas,
con
su despedida de buenos deseos.
Se
viene el mar con sus barcos,
con
sus profundas simas,
con
las orillas acariciando las olas.
Se
vuelven los deseos rotos
pegados
con salitre,
mojados
con el ritmo
de
las melodías que añoran
ora
silencios, ora las palabras
escritas
en misivas,
con
rotos calcetines
que
se desprenden de los pies
que
rozan la arena de la tristeza.
Vienen
a mi tus calmadas frases,
las
que guardas en el cofre del corazón henchido
palpitando
adioses, buenos augurios.
¿Qué
podría ofrecerte?
¿Qué
podría poner ante ti?
Cada
mañana con la brisa
oigo
tu nombre y
quiero
navegar en ti sin remos, sin timón,
navegar en ti sin remos, sin timón,
solo
con las manos
siendo
tú el único estandarte.
Quiero
que se rompan los ecos del silencio,
los
que no van a ningún lugar,
los
que limitan este azul,
esta
calma, esta
paz
que
alimenta el alma.
Se
va julio
sin caminante con
sus sandalias
desgastadas por
la vereda.
Si
vienes tú no
se irá
la
música a
ninguna parte.