16 agosto 2014

SIN LOS FRENOS QUE AHOGAN LAS GARGANTAS





Se han cerrado las puertas para no abrirse,
he salido con la placidez 
que da la tranquilidad buscando la ruta 
que lleve los besos a tus mejillas.

He osado pasar ese umbral 
sin mirar atrás, sin tener que cerrar los puños 
y morderme más la lengua.

He visto jugar, ajenos al Mundo, 
los niños con la sencilla sonrisa 
que mira cerca moviendo 
los brazos, sembrando los gozos.

Me ha despertado de los silencios 
el viento frío del nuevo día 
que como un nuevo Mundo 
me regala la dicha de mi yo.

Mi yo contigo, con vosotros, 
sin ellos, los malditos
que arrancan las raíces, 
los desesperados que beben 
la esperanza ajena sin salir 
de su crisálida,
de los ensimismados 
en su ombligo que se cierra
como una cremallera rota.

Quiero la luz del día 
cerrando la noche en mis ojos,
quiero ver sonrisas en las retinas, 
dichas en el alma,
con la sencilla compañía 
del caminante, de quien escucha, 
de quien sus palabras
no maldicen nuestra existencia.

Y deseo abrazarte cada día con una sonrisa,
sin permisos, sin los frenos que ahogan las gargantas.