Quietas
de nieve
cien flores,
bajo
el Sol
casi
de Marzo,
estáticas
nubes.
Media
sonrisa
entre
muselinas
con
grises,
índigos
y agrios.
Sin atrio,
grada o escalera.
Untas
en óleo
tus
labios
sibilantes
en un susurro,
mil
besos
en un infinito
mimo.
Rozan las miradas
mi
perfil
acerado
como
el viento
en invierno
contando
el
tiempo
en
porciones
de
silencio,
lacia oración
sin
vocación.
Igual
a una fría llama
yace
tu cabello
áureo
y arrogante.
Sin
sílabas
se
escapan
mil axiomas
y tus confines.
Miro
mecerse
el
cañaveral,
tan quieto
está el naranjo.