Hoy
no tengo ideas que
plasmar en negro,
ni
siquiera me apetece pensar
en tu nombre
donde
se contonean las olas.
No
había previsto pensar
en ti,
y maldita la gracia y la hora en que te he visto,
y maldita la gracia y la hora en que te he visto,
de
reojo, mirando complacida.
Ni
te entiendo ni
lo pretendo.
Como un
libro abierto enseñas
tu envés
que habla sin decir nada que ofenda
que habla sin decir nada que ofenda
ya
que las palabras
para ti han sido hechas
para ser reverberadas como un eco infinito.
para ser reverberadas como un eco infinito.
Hoy
no había planeado
subir a tu montaña para ver París
subir a tu montaña para ver París
desde
tu ventana ni
observar la nada fijándose
entre tus manos huyendo igual que una escarcha al levantarse
entre tus manos huyendo igual que una escarcha al levantarse
el
día dibujando el Sol una diana.
Hoy
acabaron los
maitines
y
no se aclara esta
morada.