23 marzo 2015

EL FONDO EN NINGUNA PARTE






Llevas clavado un estigma
que embellece los espejos
rotos en forma de sortilegio,
punzante, que se hinca en
las laderas que cubre el rímel
corrido en cálidas cándidas lágrimas.

¡Cuántas alegrías
fingidas!

¡Cuántas mañanas,
bonitas,
envueltas con muchas noches!

Planes, 
sueños,
 que se escapan
en un saco roto
por un exceso 
de verbo,
desgarrado, 
con un disfraz
de animosidad 
fingida
en el agrio
y seco,
vómito que 
ha expulsado
las tensiones 
de las distancias
que se rozan
de puntillas 
en un alambre.

Ojos que buscan
en las miradas
la imagen de Dios
disfrazando lo que es,
el mayor error de tu vida
errante en un túnel
que la muerte
convierte en la luz
ansiada en la larga noche,
en los besos derramados
en el borde del cáliz
que bebes y está vacío,
vacío de ese amor
que es impuro
porque no es amor,
sino la sombra
del pentagrama escrito en
las palmas 
de tus manos
acariciando 
el aire.

Hay orillas
confundidas entre mares,
hay arenas que alimentan
ese hambre
de amor mal entendido,
hay espinas
que no son rosas
y lo parecen,
hay versos sentidos
escondidos
tras una máscara.

Es la tragedia
que inunda tu fértil valle,
es un remolino veloz
que te absorbe
al fondo
en ninguna parte.

Mis pasos van,
andando, en otra calle...